jueves, 8 de mayo de 2008

Ocioso, desempleado, parado; es decir...

DESOCUPADO
Lewis Trondheim

Desocupado es un tebeo de estos facilones que hace Trondheim de vez en cuando (demasiado a menudo, diría), tipo "el día que me fui a bucear" o "cómo se me ocurrió echarle berberechos a la paella", pero con una diferencia notable respecto a los anteriores para todos aquellos que no se acercan a menos de dos metros de un slice-of-life.

El comic va tal que así:

Una de las muchas jornadas que tiene desocupadas al bueno de Lewis le entra el pavor de quedarse algún día sin ideas que convertir en cómics (como si no supiera que basta con dibujar como se echa la siesta para que se lo publiquen).

Ese miedo le hace recordar algunos casos en la historia de los tebeos en que los autores han pasado de ser geniales a repetirse hasta la extenuación, o simplemente dejar el medio quemadísimos a una edad aún temprana.

Juntando esos cuatro casos y su canguelis creciente, y temiendo enseguida una maldición que pese sobre los autores de cómics o, peor aún, de alguna cualidad, alguna exigencia del medio para con sus autores (que no posean ni el cine, ni la literatura ni ningún otro arte), y que haga que con asiduidad una gran cantidad de ellos no pueda estar muchos años rindiendo a buen nivel decide iniciar una aguda investigación para extender los casos estudiados a un grueso mayor de dibujantes y guionistas y ver si puede empezar a temer realmente por el pan de sus hijos en un futuro no muy lejano.

El plan es muy elaborado y de una gran inteligencia y consiste en lo siguiente: preguntar a sus amigos, que también son autores de cómics.

A medida que avanzan las páginas, la "investigación" se extiende de Francia a toda Europa para dar el salto luego a los USA y quién sabe dónde más.

Desocupado, pues, no pasa de ser una anécdota, un comic tontorrón de esos que trondheim hace como rosquillas, pero tiene el interés para el lector de servir una suerte de repaso rápido al Hola o Lecturas de los cómics, y enterarse así de que tal autor acabó alcóholico perdido, tal otro suicidándose, cuatro o cinco de una misma generación y fundadores de una mítica revista desaparecidos por la misma época y cosas así, además de poder asistir, como si fuera uno más, a conversaciones "frikis" entre autores de cómics y ver alguna de sus manías, preferencias, odios o temores.

Por poner un ejemplo: Cuando las piezas de su estrambótica teoría le van cuadradando de tal forma que ya ve cerca el final de su trayectoria como autor, se cruza con Moebius en un salón del cómic. Este último se le acerca y le comenta todo animado que acaba de descubrir una nueva forma de dibujar que cree que va a ser la bomba. 70 años tiene el bueno de Giraud.

Spiff

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una mezquindad que useis mi nombre como reclamo publicitario para que la gente se lea el artículo, pero es que encima no estoy de acuerdo con nada. ¡Es un gran tebeo!

Udaku dijo...

Tío, es que si pongo a Spiff como reclamo ¡no lo lee ni Dios! :-D