Durante años, numerosos críticos cinematográficos han usado la expresión “comic filmado” para designar despectivamente a cualquier película con más acción que “Los Comulgantes” y mayor sentido lúdico que ”El Año Pasado en Marienbad”. No es extraño. Era una etiqueta gratuita y errónea, claro, pero comprensible en quienes tratándose de comic no distinguen a Omaha de
No obstante, hace unos años tuvieron por fin la oportunidad de emplear adecuadamente la coletilla en cuestión gracias al estreno de “Sin City”, pseudo-película que puede calificarse de forma literal como un comic filmado, casi viñeta por viñeta. Aunque saludada por algunos como una tremenda innovación, otros consideramos en su día al engendro de Miller y Rodriguez como una forma de servilismo (que no colaboración) del cine hacia el comic que convertía lo que podría ser una adaptación de un medio a otro (con nuevas aportaciones creativas) en un mero ejercicio de copista , en el que todo (desde los encuadres a los gestos de los actores) estaba enfocado a la reproducción lo más mimética posible del comic original. Mimetismo con el que, por cierto, a Frank Miller se le hizo el culo pepsicola al descubrir que si el comic filmado podía pasar por cine , cualquier autor de comic con un buen equipo técnico a sus espaldas podía pasar por cineasta. Para corroborarlo, Miller estrena ahora ya en solitario “The Spirit”, que acabo de sufrir en mis carnes, y que confirma, como decía el título original de una olvidable peli de Ben Affleck, la suma de todos mis temores.
En primer lugar conviene destapar un fraude : La película se identifica publicitariamente con el Spirit de Will Eisner, y tiene bien poco que ver con él salvo el uso de un mismo puñado de nombres (que designan a personajes muy diferentes, a veces irreconocibles, en el comic y en la peli), algunos rasgos de apariencia física compartidos y un flashback, (el de Sand Saref), cuya similitud con una de las historias de la serie de Eisner es la excepción a la empecinada regla de alejamiento total por parte del film del comic que presuntamente le servía de base argumental. Lo que vemos en la pantalla no es “Will Eisner´s The Spirit”, sino “Frank Miller´s Spirit”, y las diferencias entre ambos son tan abismales que uno se pregunta por qué Miller no ha suprimido esos rasgos superficiales de contacto y le ha dado a su cinta un título diferente (“The Abnormal Masked Fool”, por ejemplo) que eliminara esa asociación teórica que, en la práctica, ha despreciado por completo. Claro que también se imagina la respuesta : Porque exhibir como bandera a un comic clásico mundialmente famoso (el mejor jamás realizado, en mi humilde opinión) favorece las ventas y la promoción.
El caso es que si, como suele decirse, uno de los rasgos típicos de autoría cinematográfica es la capacidad de un cineasta para coger temas o tendencias ajenos en principio a él y llevarlos a su terreno, haciéndolos suyos y dándole su sello personal, no cabe duda de que el creador de “Ronin” es un autor, en el sentido más cahierista del término. No en vano ha cogido la obra de Eisner y la ha “millerizado” hasta hacerla irreconocible, modelando su propio Spirit y pasando olímpicamente de las pautas establecidas por el felizmente fallecido maestro (ya que es una suerte que no viva para ver este engendro), al que manifestaba dedicar teóricamente la peli como si de una “carta de amor” se tratase , pero transformándola en la práctica en una patada en el culo a su pobre cadáver.
Y es que el problema no reside en que Miller no haya realizado una adaptación fiel ; ya comenzaba esta opinión señalando que los calcos de un medio a otro no me merecen mucho respeto. Ni siquiera en que haya jugado a efectos promocionales con una asociación entre comic y película que se revela peregrina habida cuenta de los resultados. El problema es que la versión de Miller, su Spirit, su visión del personaje y su mundo totalmente opuesta a la de Eisner, es mala. Mala de cojones.
En primer lugar le otorga un tono decididamente (mas bien pretendidamente) cómico ; ya sabemos que entre la infinidad de registros otorgados por Eisner a su creación se encontraba el humor, pero manteniendo un equilibrio permanente que le impedía caer en el ridículo. Miller, por el contrario, no se anda con refinamientos y saca entusiasmado el Mariano Ozores que lleva dentro, con nefastas consecuencias: Octopus es un fantoche carnavalesco tan pasado de rosca que convierte al Joker de Jack Nicholson en un modelo de continencia por comparación; el comisario Dolan es la versión chillona del abuelo Cebolleta ; los secuaces del villano, un grupo de tarados dignos del peor capítulo de Barrio Sésamo; y el héroe, un payaso delirante que casi se hace pajas de gusto cuando piensa en su gothámica ciudad. No hablamos de comedia, ni tan siquiera de parodia; se trata sólo de una sucesión de fallidos y patéticos intentos de despertar una mísera sonrisa equiparable al peor especial navideño del Dúo Sacapuntas. Y por supuesto arruina por completo los contados intentos de recuperar un tono mínimamente serio, relacionados generalmente con el personaje de Sand Saref, el único que aspira a tener un poco de dignidad en esta guardería cinematográfica.
En segundo lugar, hay que retroceder a los más infames episodios del Hostal Royal Manzanares para encontrar unos diálogos tan pésimos, inconcebibles en un guionista firmante de obras maestras como “Daredevil Born Again”. Las confusas y surrealistas parrafadas del Octopus, los cargantes e incesantes soliloquios del protagonista, las réplicas y contrarréplicas entre Spirit y sus chicas, son monumentos al aburrimiento y la estupidez, a la pompa sonrojante, al cliché más sobado y el chiste sin puñetera gracia. Con semejantes mimbres no es de extrañar que el supuesto argumento no sea más que una ocurrencia chusca que mezcla drogas y
experimentos genéticos con el vellocino de oro, la sangre de Heracles y, de haber tenido espacio, la minga incorrupta de San Agustín. Podría ser (involuntariamente) gracioso, pero sólo es irritantemente absurdo. Y la desorientación del pobre David Newman, (hermano tonto del genial Thomas), especializado en comedia fofa y animación infantil, cuya partitura intenta imprimir emoción batmanera de saldo a la ristra de sandeces que desfilan por la pantalla, es buena prueba de ello al potenciar lo grotesco de la situación.
En tercer lugar, el “look Milleriano” gestado en “Sin City” y “
La consecuencia ineludible de todo este despropósito es evidente : Los actores, lidiando con personajes ridículos, un guión absurdo y una pantalla verde permanente que no complementa, sino que eclipsa y oscurece su trabajo, bien poco pueden hacer. Da igual que se trate de muertos de hambre como el Gabriel nosecuantos que protagoniza el circo o de veteranos solventes como Jackson : Ninguno de ellos puede evitar verse salpicado por el desastre. Quizá sea Eva Mendes la única que pueda extraer algo mínimamente positivo para su carrera de “Spirit”, en la medida en que su papel es el menos asnal del conjunto y le permite lucir su palmito como nunca.
Porque finalmente a eso se reduce lo que Spirit ofrece (al público masculino más o menos fetichista) : Retazos de erotismo suave cortesía de su suntuoso reparto femenino : Los cegadores glóbulos blancos de
2 comentarios:
Aún te pasa poco. Blueberry, 4F, Spirit... ¿te sabes el chiste del cazador y el oso? ;)
El artículo, tan divertido como de costumbre.
No necesitaba ánimos para pasar olímpicamente de esta peli, pero por si alguna vez sentía la tentación de acudir a la mula para echarle un vistazo ahí apareciste tú con tu elegante crítica.
Por cierto, Sky Captain, fue fallida pero es de esas películas que tiendo a defender. Y su banda sonora, de lo mejorcito del año
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