El Capitán América llega tarde, el último de los grandes personajes de la editorial en aparecer. El recalentón es a finales del año 64 y no entrará a saco con su propia colección, sino compartiendo cabecera con Iron Man durante varios años. Los primeros años post-cubito son puro Kirby. No tan bueno como el de los 4F, que aquí no se podía lucir con tanta cacharrería, pero pura fuerza, velocidad, nazis, Zemo, Craneo y los Durmientes, y muchos superhéroes invitados.
Así estuvo un montón de tiempo, corriendo aventuras a un ritmo vertiginoso, presentando a la práctica totalidad de los secundarios, y haciendo un flashback de vez en cuando que nos hacía entender lo fuera de su tiempo que estaba y lo mal que se sentía por la muerte de Bucky. Todo esto es simultáneo a los primeros años de Los Vengadores, con guiones de un nivel similar, y muy superior en dibujo.
Justo a continuación, los números de Steranko. Nuff said!
Y justo después, Romita, John Buscema y Gene Colan, todos ellos en su mejor momento. Son los números en los que se pasan por ahí los Vengadores de Buscema, en los que Rick Jones se disfraza y le hace de Bucky, y sobre todo, la famosa saga del Cubo Cósmico, la Isla de los Exiliados y la aparición del Halcón.
Los siguientes años, del 70 en adelante, fueron algo mas erráticos pero son los que conservo a fuego en la memoria. Digo erráticos porque está claro que los guionistas no tenían claro que hacer con un simbolazo patriótico en plena resaca del hippismo. Lo cual, visto con cierta distancia, resultó en una metáfora de doble sentido: el Capi vagaba por ahí en una motarra sin tener muy claro que pintaba fuera de su tiempo y teniendo que enfrentarse a revueltas estudiantiles y capos
del black power. Nadie tenía ni idea acerca de la función o la necesidad de un Capitán America, ni los guionistas ni el propio Capi. A dia de hoy, esa búsqueda de la identidad, casi a trompicones, resulta mucho mas interesante de lo que parecía en su momento. Todo esto servido por Colan, Romita, Gil Kane...
Poco a poco las historias fueron reconduciendose otra vez hacia lo superheroico, sobre todo a medida que se fué asentando como dibujante Sal Buscema.
Sal Buscema es un pavo que no nos gustaba a casi nadie porque dibujaba a todo el mundo con la boca abierta, pero al que fuimos cogiéndole el punto y descubriendo que sí, que nos gustaba. Que incluso nos había gustado en su momento pero no nos dábamos cuenta. ¿Cuando lo redescubrimos? Cuando fué llegando otra gente mucho menos dotada para la narrativa y recordamos lo bien que nos lo habíamos pasado leyendo las historias de Sal, siempre tan bien contadas. No sé como se las arreglaba, pero con un dibujo bastante poco impactante y con cuatro posturas repetidas constantemente, ha creado la mayoría de las imágenes que recordamos los que leíamos supeheroes en los años 70.
A finales del 72, ya veis, solo han pasado dos años de "confusión", llega la saga del "otro" Capitán America. En los años 50 hubo una colección del Capi en la que el comportamiento de éste era aún mas facha que la del propio Dr. Wertham. En vez de obviar esa etapa (a lo DC) o montar unas Crisis en los Infinitos Capitanes Américas (a lo DC), se decidió integrarla en la continuidad (a lo Marvel) haciendo uno de los primeros ejercicios de retrocontinuidad de la historia de los SH, y relacionándolo todo en una supersaga de las de antes, dos números que parecen diez, que consigue que te caiga una lagrimita y todo.
Sigue Buscema, siguen recuperándose con gran habilidad personajes de cuando la guerra, y siguen apareciendo malos muy chulos. Incluso los números de relleno les salen bien. Hay uno, el de la negra y los hombres-lobo, dibujado por Alan Weiss, que es una gozada. El tal Alan Weiss, que hizo cositas por aquí y por allá, era un adelantado a su tiempo dentro del género de los superhéroes. Un estilo que combinaba a Steranko con Neal Adams y algunos mas, pero añadiendo un gran componente de sensualidad. ¡Que coño sensualidad, sexualidad pura y dura! No se si era homosexual, maricón, gay, o las tres cosas juntas, pero era capaz de dibujar cuerpos que harían dudar a mas de un heterosexual. Y de las tías mejor no hablar.
Ya os digo que durante todos estos años el Capitán América iba buscándose un lugar en el mundo de los cómics y una personalidad que pudiera ser aceptada por el lector universitario de cómics (y rojeras) de principios de los 70.
Se había dado carpetazo al Capi facha de los años 50, y se le había puesto un negrazo de compañero que le introdujera en la cambiante sociedad de la época, un poco a lo Green Lantern - Green Arrow. El Capi no era facha y el Capi no era racista. Quedaba el golpe de gracia definitivo: El Capi no está al servicio del Imperio.
La famosísima saga del Imperio Secreto no es una metáfora donde los skrulls son una traslación del Gobierno americano ni nada de eso. Es el propio gobierno americano. Evidentemente no nombran directamente a Nixon, que la cosa estaba muy reciente, pero hay que reconocer que tuvieron unos cojones como los del caballo de Espartero para tratar el tema tan directamente. Ni invasiones secretas, ni guerras civiles, ni pamplinas.
Si hubo dos momentos rompedores en la trayectoria de la editorial fueron aquellos en los que decidieron romperle el pescuezo a la novia del protagonista tirándola de un puente, y cuando le dijeron al mundo que su mayor icono, el que simbolizaba al propio país, se desligaba completamente de un gobierno, al que además, acusaban de corrupto. Ahora puede parecer una pijada, otros géneros lo habrían hecho antes, pero dentro del cómic mainstream esto fué un salto sin precedentes.
Toda la etapa posterior, con el Capi convirtiéndose en el Nómada, es también mas que entretenida de leer. Todavía recuerdo la impresión que me causó verle aparecer con un disfraz raro con una capa ondeando al viento. Y mayor impresión todavía el hostión que se metió al pisársela en su primer enfrentamiento con los malos. ¡Esto les puede pasar también a ellos! Es el tipo de cosas, digamos realistas, que nunca se contaban en los tebeos y que todavía nos hacen gracia cuando las vemos en películas como Los Increibles. Hacia la mitad de la historia Buscema le pasa el testigo a Frank Robbins, ya un poco viejuno pero demostrando que quién tuvo, retuvo. De hecho, la imagen final de la saga, la que provoca la vuelta del Capitán, es una de las más terroríficas que he visto en mi vida. Soñaba con ella.
Fueron diez años impresionantes donde cada dibujante era sustituido por otro mejor. Ideas, ideas e ideas.
Durante los años 76 y 77 completos, Jack Kirby vuelve a la colección haciendo lo que le da la gana. Está en el mismo punto de desparrame que le llevó a hacer Los Eternos o el Cuarto Mundo. Tengo que reconocer que nunca me los he leído, ni al Capi, ni las otras dos colecciones. Es todo demasiado denso y caótico para mi gusto. Pero ya sabeis como va esta etapa artística de Kirby: aunque es absolutamente ilegible, contiene ideas suficientes para sostener a las dos grandes editoriales durante décadas.
Mas o menos por aquí acaba la etapa clásica del personaje. Volverá Sal Buscema a hacer unas cuantas sagas de menor interés, pero todavía interesantes de leer, y aun estará por llegar la corta etapa de Byrne, donde se plantea el último paso lógico para la definición del personaje: ¿El Capitán América presidente?
Pero eso ya es otra historia.
PD: Siempre me refiero a los dibujantes porque cuando leía estos tebeos, los guiones se hacían solos. Ni te lo planteabas como no te planteabas que hubiera un director en las películas dirigiendo a los actores. En cualquier caso: Stan Lee casi todo el tiempo, luego Gary Friedrich, Gerry Conway, Steve Englehart, y algunos mas. Equipos muy estables, como era habitual en aquellos tiempos.
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